domingo, 15 de agosto de 2021

El Umbral

Cada vez que he cruzado un umbral que no imaginaba me siento más y más lejos del comienzo, de la inocencia y la dicha pura, cuando se está ajeno a toda molestia, todo sufrimiento y todo rencor. Algunos umbrales no requieren dar ni un solo paso para haberlos cruzado, dependen sólo de una idea o de una intención, a veces me pregunto ¿Dónde está el balance entre los deseos, la frustración y esa gran pérdida de la inocencia? Restringirse para protegerla es solo una opción hasta cierto punto, yo quisiera también divertirme con poco, conformarme con poco, pero soy débil ante mi propia ambición y una vez que el umbral está a la vista, la atracción es un remolino que lo arrastra a uno al vórtice en segundos y antes de reaccionar se es devorado. Así, sucumbir a la tentación, al deseo, al impulso, las más de las veces ha sido inevitable, la seducción de una mirada, el sonido delator de unos tacones o unas palabras susurradas hacen esa magia negra, y por si no fueran suficientes esas señales, a veces es un perfume descarado y enloquecedor o la clara intención retadora de ser todo o no ser, sin dilema alguno.

Pero el umbral a cruzar puede tener tantas formas como cosas sin hacer existan en el mundo, pueden ser unos labios que morder o puede ser la otra media botella de ron, o la siguiente, la apuesta de un mes de ingresos o un encuentro con la mujer de otro, pedirle a los músicos la misma canción una y otra vez, pelearse a golpes con desconocidos y mil cosas mas. Pero hay una trampa con cada umbral que se cruza si las razones no son las correctas, que en lugar de dar, quita. Cada nuevo sabor que se prueba se lleva consigo la sorpresa y eso no tiene vuelta atrás. ¿En que se convierte el que ha probado todo muchas veces? Conocedor dirían algunos o ¿Es así como se le llama a aquellos que se encuentran despojados de todo sentido de la sorpresa? Me entristece su situación tan solo de imaginarla.

Muchos de los umbrales que he cruzado ha sido para mal, cuando eso sucede alguien suele salir lastimado, en el mejor de los casos ha sido solo tiempo perdido, pero hay ocasiones en que la sola idea de que cada decisión presente afecta el futuro y cada decisión pasada moldeó el presente es aterradora ¿Cuántas vidas a mi alrededor pudieron ser mejores si no fuera por mis decisiones? O peor aún ¿Cuántas vidas arruiné con mis decisiones o indecisiones? Se que no es una manera correcta de pensar, cada persona alrededor de uno tiene su libre albedrío y es responsable de sus propias decisiones, aún así, hubo un umbral en un momento, que cruzamos o no, y preguntarse mirando atrás si fue correcto o no, es inevitable.

En mi defensa puedo argumentar que soy solo un hombre, que en otra vida fui un gato y me quedó la curiosidad, puedo esgrimir, como muchos enjuiciados a través de los tiempos que todo lo hice por amor, y que el amor tiene mil caras, o puedo renunciar a la defensa y solo declararme culpable, sabía del umbral, de todos y cada uno y que no hay vuelta atrás, pero necesitaba sentir, la carne, el vino, las caricias, el calor, la ebriedad, etílica y amorosa, necesitaba conquistar, tenerlo todo y perderlo todo y luego buscar, buscar y buscar recuperarlo todo, solo porque es distinto a conseguirlo por primera vez, necesitaba ser un vagabundo, un sabio, un loco, un amante y un solitario, un bailarín y un lisiado. Y en todas las formas quería la amante adecuada, testigo de mi existencia, llamarada y hoguera, pero cada umbral se cruza solo, aunque se esté entre los brazos de alguien.

La edad obliga también a cruzar, y ahí nada se puede hacer para evitarlo excepto morirse, pero si no es el caso, los días, meses y años siguen acumulándose, así transcurrieran de manera vertiginosa en el bullicio de la metrópolis o en calma sentado al pie de la montaña, bajo una noble sombra viendo correr el río. Y se acumulan las dolencias, No hablo sólo de espalda y rodillas, sino del pasado, duele esa vida no vivida, duele la vida de los demás, a veces incluso, su felicidad, que pudo haber sido la propia, duele darse cuenta de la escasa importancia que se tiene en el mundo conforme pasa el tiempo y duele verse rodeado de todo incapaz de disfrutar casi nada.

Hay un último umbral del que sabemos su existencia, pero nunca hemos visto y parece tan lejano me recuerda la advertencia en los retrovisores “los objetos en el espejo se encuentran más cerca de lo que parecen” dicho umbral podría tener el mismo letrero, salvo que no refleja nada, o quién sabe, porque aquellos que lo han visto ya estaban girando en el vórtice.

Y ahora que has leído o escuchado todo esto has cruzado también un umbral, el de mi cabeza, donde mis ideas se enfilan y acomodan para compartirse (o contagiar, según se vea) y quizás de alguna manera he irrumpido también en la tuya. O no, quien sabe.

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