viernes, 17 de mayo de 2013

Volver

Cuan torcidos los caminos que lo hacen a uno volver, volver a aquel lugar, a esa situación, en el mejor de los casos, a esa persona. Volver. Tantas canciones al respecto, tantas historias también, si tan sólo pudiéramos volver a lo que queremos y no volver jamás a lo que nos hizo daño, pero esos caminos torcidos de los que hablo parecen entenderlo todo al revés. Lo hacen volver a uno al recuerdo amargo, al instante álgido, al momento perdido e irrecuperable, le traen a uno aquel dulce aroma de quien no volveremos a ver, aquel aroma impregnado en la memoria como una escritura que traspasa hojas y hojas y parece quedarse para siempre aún después de cambiar cuadernos.

Quisiera insistir en los caminos torcidos pero es mentir. Es uno que sabe a donde va y se deja arrastrar carente de voluntad, desarmado como una marioneta en el taller, y cuando menos lo espera ya está ahí, de frente a su memoria, viendo una vez mas la escena maldita como una película vieja en la que sabemos qué va a pasar a cada instante y la estupefacción nos deja inmóviles.

Heme ahí con esa gran sonrisa de estúpido viendo como esperabas en la puerta de tu casa, en invierno, envuelta en una bata, con tu miopía que me permitía estar observándote sin ser visto a contra esquina, solo para llegar contigo a confesar mi necedad y necesidad de verte aunque sea un minuto o dos. Heme ahí, jugando pool contigo, con mi música en la rocola, ignorante de que ese momento, como todos los buenos momentos desaparecen en un instante. Heme ahí dejándolo todo, renunciando a todo, perdiéndome en pos de estar cerca de ti, tropezando frente al abismo, perdiéndote sin darme cuenta. Y heme aquí, años después recorriendo todos esos lugares que solías caminar, cansado, sin saber de ti y sin conocer ya a nadie que me pueda dar una pista de tu vida.

Hay una cosa que he aprendido y necesito compartir antes de cerrar el día, que lluvioso e interminable me arrastró hasta aquí donde esperé en vano a tu fantasma, pues ni eso se me apareció:

La vida no espera, hay que ser puntual, incluso para volver.