miércoles, 22 de enero de 2020

La visita

Ese anhelo de tenerte conmigo se ha convertido lentamente en ansiedad, ansiedad que al paso de los días crece y se torna poco a poco en insomnio en el que sueños, recuerdos y fantasías acaban fusionándose y fundiéndose en mis manos febriles y mis músculos que al calor de la imaginación se acalambran, sé entonces que tengo que tenerte una vez más, me lo debo y te lo debes y quizás sea esa suerte de telepatía de los amantes la que dicta que me llames, reveles tu itinerario y ubicación y todo lo demás fluye ya como agua, llegas y solo de ver tu boca la reacción es inmediata, soy el náufrago perdido que se sabe rescatado desde que ve el bote a la distancia, la víctima del desierto que encontró el oasis, soy todo eso y más porque ahí estás, caminando hacia mí, con los labios pintados del color del deseo.

Una vez que has cruzado el umbral que nos aparta del mundo todo se transforma, entregas primero el sabor de tu boca y entonces te despojo apenas de lo suficiente para hacerte mía, casi a la entrada, el tiempo es escaso, pero la intensidad sabe compensarlo. Ahí, en ese instante quiero poner pausa al tiempo, porque nada importa, somos solo tú y yo en un estado de gracia, conducidos por deseo e instinto, nada importa... y todo importa, sin nuestra historia no estaríamos aquí, sin ese compartir de música, sin las palabras o las miradas que a lo largo del tiempo nos hemos obsequiado. Tenerte hoy es coronar las largas noches de haber deseado tu caricia, los días blancos en que resultabas para mí por demás lejana, inalcanzable, siempre en el plano donde mis ansias se volvían poemas para no morir secas en mis manos. Hoy que vienes así, dispuesta a ser mía, a recibir todo de mí, no puedo imaginar acaso los términos en los que aceptas nuestra fusión carnal, las palabras no se inventaron para describir al detalle esos besos que tienen mordida, suspiro, exhalación y súplica, para eso son esos labios que observaba lárgamente mientras mirabas a otra parte, hoy celebramos tu entrega y mi ansiedad, mi entrega y tu ansiedad. Saber que nadie nunca te deseó tanto como yo me es gratificante, que para mí no hay celebridad o ser humano que te asemeje, que si te quedas una hora o una noche tengo garantizada la ensoñación de ti de por vida, cómo recuerdo nuestro vagar y convivir desde el principio, donde cada momento compartido le daba sentido a la música, construyendo mi imaginario, ese castillo donde reinamos en la carnalidad tu y yo, ambos reyes y esclavos por igual, pues a veces mis manos son grillete de tus muñecas y tobillos y en otras tantas soy tu subdito a quien debes exprimir todo el placer que te venga en gana, me diriges y obedezco para que puedas cumplir esa fantasía romántica o violenta o ambas al mismo tiempo.

Otro día me escribes de madrugada y no te sorprende encontrarme despierto, quizas he elegido el insomnio como una forma de vigilia, así no estoy nunca despierto en realidad, solo a medias, así en cada pesado parpadeo puedo soñar, así vivo y así muero, lentamente pero borracho de sueño y tus palabras escritas suenan en mi cabeza y amo tu voz y tú dices que detestas tu voz cuando ni te imaginas que su sonido ha hecho mella en mí y la llevo grabada como runas sonoras en el pecho, ahí donde apoyas tus manos para poder satisfacerte y te aprisiono para que no se te ocurra parar y en ese ángulo, en esa edad, en ese escenario nadie nunca mas que yo te ha visto y esta obra es mi testimonio, mi testamento y mi gloria... hasta que vuelvas a visitarme.