lunes, 4 de marzo de 2013

En la oscuridad

A veces me siento atrapado en un ciclo interminable donde el recuerdo casi fantasmagórico de nuestros días de vagancia se hace presente frente a mis ojos, investido con esa transparencia espeluznante de ser casi espíritus de otros tiempos, aquellos en los que probablemente fuimos mas felices de lo que somos ahora. Ser joven es ser una promesa y tal cosa es increíblemente digna de contemplarse con ojos llenos de expectativas de lo que puede llegar a ser.

Nuestra juventud fue buena, los días pasaron corriendo a toda velocidad entre nuestros juegos, nuestro andar interminable y ese soñar que persiste, me atrevo a decir, hasta el día de hoy. Ese soñar que de pronto me causa sobresaltos cuando alguien pasa cerca de mí con una silueta parecida a la tuya, ese soñar que arruinamos con la distancia, excesos, amantes y la interminable espera de días mejores que por supuesto nunca llegaron.

Puedo comprobar de vez en cuando que no eres un fantasma, a veces te veo sin esa transparencia, con tu edad y tu figura actual y me siento frente a ti a escucharte conversar de proyectos y planes, (nunca has dejado de tenerlos) y me maravillo de estar ahí, aunque cuando te vas me quedo como ausente. Me prometo soñar menos y vivir mas, verte mas, pero cuando estoy ahí me vence la estupefacción y cuando menos lo advierto es tiempo de regresar a la realidad y dejarte partir para seguir con nuestras vidas.

La realidad con las promesas es un tanto triste, yo prometí amarte y paso los días escribiendo memorias en solitario, tu prometiste brillar y estas leyendo mi blog a escondidas, en la oscuridad.