martes, 16 de julio de 2013

El Reflejo


Estamos aquellos quienes acostumbramos mirar al vacío, desenfocados de las cosas, sin objetivo alguno absortos en el reflejo de la luz sobre las superficies brillantes, como dicen, clavados en la textura, aunque he aquí mi confesión al respecto: es un escape, una fuga, es la manera de lidiar con lo avasallador del mundo que, imparable parece arrastrarnos aunque corramos sin aliento sólo para permanecer.

¿Quien mas mira al vacío? ¿Los moribundos en el día que el destino les tiene marcado como último? ¿Los ebrios en la barra del bar a quienes les cobran por semana hasta que un día hasta que un día dejan su cuenta sin pagar y desaparecen? ¿Las víctimas que vencidas e impotentes respiran por inercia, cuando lo que desean es un golpe final, definitivo que acabe con lo que queda de sus cuerpos ultrajados y rotos?

Quienes miramos al vacío con regularidad descubrimos de vez en vez reflejada en los cristales la belleza de un rostro, el fragmento incapturable de un cuerpo que pasa o permanece brevemente detenido en una extraordinaria distracción, para luego dejar tan solo esa colección de reflejos, brillos, texturas, superficies de todos tipos, y a veces, con un poco de suerte, cielo, nubes, árboles y ramas que el viento mece en un vals lento y burdo y por supuesto el recuerdo de aquella frase aterradora de Nietzsche para aquellos que miran largamente hacia el abismo, que el abismo a su vez los esta mirando

1 comentario:

Claudia Cruz dijo...

Mirar al vacío y percibir tu sensibilidad, tus ganas de ser, de hacer, de estar.

Saludos.